martes, 31 de agosto de 2010

Si sabes cómo amar, sabes cómo separarte

"Si amas, sabrás que todo empieza y todo termina, y hay un tiempo para empezar y un tiempo para terminar, y no hay herida en ello. Uno no está herido, uno simplemente sabe que la estación ha terminado. Uno no está desesperado, uno simplemente entiende, y le agradece al otro: "Tú me diste tantos regalos hermosos. Me diste nuevas visiones de la vida, tú abriste algunas ventanas que tal vez por mí mismo nunca hubiera abierto. Ahora el tiempo de separarnos ha llegado, nuestros caminos se dividen". No con enojo, no con furia, no con rencor, sin queja alguna, con tremenda gratitud en cambio; con gran amor, con total agradecimiento en el corazón. Si tú sabes cómo amar, sabes cómo separarte".

-Osho

lunes, 30 de agosto de 2010

La existencia es el presente

"Si puedes permanecer en este instante, tan sólo aquí y ahora, estarás quieto...

Vive en el ahora, y el movimiento se detendrá porque la mente se detendrá. No pienses en el pasado y no proyectes en el futuro. Esto que se te está dando es todo lo que tienes. Permanece en ello, conténtate en ello. Este mismo instante es el único tiempo verdaderamente existencial; no hay nada más. El pasado es solamente una memoria. Está solamente en tu mente, es polvo acumulado, experiencias acumuladas. No hay pasado en la existencia, no hay futuro en la existencia. La existencia es el presente...

Una noche Mulla Nasrudin caminaba por una calle. La calle estaba solitaria y de repente se dio cuenta de que unos hombres a caballo, una especie de tropa, se dirigía hacia él. Su mente comenzó a trabajar. Pensó que podían ser asaltantes, que podían matarle. O que podían ser soldados del Rey y que podían llevárselo para que prestara el servicio militar o cualquier otra cosa. Se asustó y cuando los caballos y el ruido que formaban se le acercaron, se puso a correr y entró en un cementerio y para poder esconderse se tumbó en una fosa abierta.

Al ver aquél hombre corriendo, los jinetes, que eran simples viajantes, se dieron cuenta de lo que había sucedido. Corrieron tras Mulla Nasrudin y se acercaron a la tumba en que estaba. Él yacía con los ojos cerrados como si estuviera muerto. "¿Qué te sucede? ¿Por qué te has asustado tanto de repente? ¿Qué pasa?".

Entonces Mulla Nasrudin se dio cuenta de que se había asustado a sí mismo sin motivo. Abrió sus ojos y dijo: "Es algo muy complejo, muy complicado. Si insistís en preguntarme por qué estoy aquí, os lo diré. Estoy aquí por vuestra culpa y vosotros estáis aquí por la mía"...

Hagas lo que hagas recuerda solamente una cosa: permanece en el presente mientras lo estés haciendo. Es difícil, arduo, y no vas a lograrlo de inmediato. Has de romper un hábito muy arraigado. Va a ser una dura lucha, pero inténtalo".

-Osho, La alquimia suprema, Vol. II

viernes, 27 de agosto de 2010

El poder del ahora

"El amor, la alegría y la paz son estados profundos del Ser o más bien tres aspectos del estado de conexión interior con el Ser. Como tales no tienen contrarios. Esto se debe a que surgen de más alla de la mente. Las emociones, por otro lado, al ser parte de la mente dualista, están sujetas al juego de los contrarios. Esto significa sencillamente que usted no puede tener bien sin mal. Así pues, en la condición no iluminada, identificada con la mente, lo que a veces se llama erróneamente alegría es el breve placer habitual del ciclo continuamente alternante del sufrimiento/placer. El placer se deriva siempre de algo que está fuera de usted mientras que la alegría surge de dentro. Lo mismo que le brinda placer hoy puede brindarle dolor mañana, o puede abandonarlo, así que su ausencia le traerá dolor. Y lo que a menudo se llama amor puede ser placentero y estimulante por un tiempo, pero es un asidero adictivo, una condición extremadamente menesterosa que puede convertirse en su contraria en un instante. Muchas relaciones "amorosas", después de pasada la euforia inicial, de hecho oscilan entre el "amor" y el odio, la atracción y el ataque. El verdadero amor no conlleva sufrimiento ¿Cómo podría? No se convierte súbitamente en odio, ni la verdadera alegría se convierte en dolor. incluso antes de que usted esté iluminado -antes de liberarse de su mente- usted puede tener destellos de verdadera alegría, verdadero amor o una profunda paz interior, tranquilos pero vibrantemente vivos. Estos son aspectos de su verdadera naturaleza, que está habitualmente oscurecida por la mente. Incluso en una relación adictiva "normal", puede haber momentos en los que la presencia de algo más genuino, algo incorruptible, puede sentirse. Pero serán sólo atisbos, que se ocultarán pronto por la interferencia de la mente. Entonces puede parecer que usted tuvo algo muy precioso y lo perdió, o su mente puede convencerlo de que en todo caso todo fue una ilusión. La verdad es que no fue una ilusión y usted no puede perderlo. Es parte de su estado natural, que puede ser oscurecido, pero nunca destruido por la mente. Incluso cuando el cielo está cubierto de nubes densas, el sol no ha desaparecido. Está todavía allá, al otro lado de las nubes.

El Buda dice que el dolor o sufrimiento surge por el deseo y que para liberarnos del sufrimiento tenemos que cortar los lazos del deseo.

Todos los deseos son expresiones de la mente que busca la salvación o la realización en las cosas externas y en el futuro como sustituto de la alegría de Ser. Mientras yo sea mi mente, soy esos deseos, esas necesidades, carencias, apegos y aversiones, y fuera de ellos no hay "yo" excepto como una mera posibilidad, un potencial no logrado, una semilla que todavía no ha brotado. En ese caso, incluso mi deseo de ser libre o iluminado es sólo otro anhelo de realización o plenitud en el futuro. Así que no busque llegar a ser libre del deseo o "lograr" la iluminación. Vuélvase presente. Esté allí como observador de la mente. En lugar de citar al Buda, sea el Buda, sea "el despierto", que es lo que la palabra buda significa.

Los seres humanos han estado en las garras del sufrimiento durante millones de años, desde que cayeron del estado de gracia, entraron en el reino del tiempo y la mente y perdieron la conciencia del Ser. En ese punto, empezaron a percibirse a sí mismos como fragmentos sin significado en un universo ajeno, separados de la Fuente y de los demás.

El sufrimiento es inevitable mientras usted esté identificado con su mente, es decir, mientras usted esté inconsciente, espiritualmente hablando.

Hablo aquí principalmente del sufrimiento emocional, que es también la causa principal del sufrimiento físico y de las enfermedades físicas. El resentimiento, el odio, la autocompasión, la culpa, la ira, la depresión, los celos y así sucesivamente, incluso la más leve irritación, son todas formas del sufrimiento. Y todo placer o elevación emocional contiene en sí mismo la semilla del dolor: su contrario inseparable, que se manifestará con el tiempo. Cualquiera que haya tomado drogas para sentirse bien sabrá que la animación eventualmente se convierte en depresión, que el placer se transforma en alguna forma de dolor. Muchas personas saben también por experiencia propia cuán fácil y rápidamente una relación íntima puede pasar de ser una fuente de placer a ser una fuente de dolor. Vistos desde una perspectiva más alta, los polos positivo y negativo son caras de la misma moneda, ambos son parte del sufrimiento subyacente que es inseparable del estado de conciencia egotista de identificación con la mente.

Hay dos niveles de sufrimiento: el sufrimiento que usted crea ahora y el sufrimiento del pasado que vive todavía en su mente y su cuerpo".

martes, 17 de agosto de 2010

¿Dónde esta el miedo?

"En la vida,
no se le puede tener miedo a nacer,
porque es algo que ya ha ocurrido,
ya no se puede hacer nada al respecto.
Tampoco se le puede tener miedo a vivir,
porque es algo que ya está ocurriendo.
Y tampoco se le puede tener miedo a morir;
porque es algo que ocurrirá,
hagas lo que hagas.
Así que, ¿dónde está el miedo?".

Fuente:
http://osho-maestro.blogspot.com/

domingo, 15 de agosto de 2010

Relaja tus sentidos

Los sentidos son los receptores de los estímulos que se reciben continuamente. Prestarles atención, relajarlos y cuidarlos tiene una importancia fundamental para vivir de forma saludable.

A través de la vista, el oído, el olfato, el gusto y el tacto vemos, escuchamos, olemos, saboreamos y tocamos la vida en todas sus manifestaciones. Cuando gozamos de buena salud no sabemos apreciarlo, ya que el cuerpo descodifica las órdenes de cada sentido de forma automática y las envía al cerebro a través del sistema nervioso sin necesidad de pensar en ello, pero cuando alguno falla trastoca nuestra existencia obligándonos a apoyarnos en los otros inevitablemente.
Aun conservando los sentidos de forma íntegra, la mayoría de personas que viven en entornos urbanos están sometidas al ruido de los coches, a la contaminación atmosférica, a largas horas con los ojos fijos en el ordenador y bajo los efectos de la luz artificial, y a comidas desvitalizadas y ricas en grasas que en la mayoría de ocasiones no hay tiempo de saborear. Todo ello forma un caldo de cultivo óptimo para el estrés, la fatiga crónica y los bajones anímicos.
En la actualidad, diferentes estudios corroboran que las personas que desarrollan su trabajo en entornos con iluminación artificial y un ambiente cargado a nivel electromagnético son más propensas a desarrollar un nuevo cuadro de síntomas conocido como Trastorno Afectivo Estacional (TAE), que aparece en los meses en los que estamos menos expuestos a la luz solar. Se caracteriza por: tristeza, somnolencia y aletargamiento durante el día, insomnio de noche, comer en exceso y apetencia de dulces, variaciones de peso significativas, irritabilidad, aislamiento, dificultad para concentrarse y disminución del deseo sexual, entre otros.
Por ello, tomar algunas medidas sencillas, como permitirse descansar las horas necesarias y relajar cada uno de los cinco sentidos a diario, ayuda a mantener la salud en los meses más oscuros del año y a disfrutar de una primavera con menos riesgo de sufrir alergias o fatiga.

Superar la ansiedad

La ansiedad afecta a casi todas las personas en distinto grado, si bien no siempre se manifiesta con síntomas físicos. Es una señal que alerta sobre un problema que no convendría ocultar bajo la alfombra.

La ansiedad es una emoción común que activa el organismo ante una situación de amenaza o peligro. Implica pensamientos, sensaciones corporales y conductas que aparecen de forma interrelacionada.
Síntomas como dificultad para respirar, taquicardia, sudoración o mareos van asociados a bloqueos y temores a la hora de afrontar determinadas situaciones. Esas señales de alarma pueden ser desmesuradas y no responder fielmente a la realidad. Pero es común que quien las experimenta tienda a evitar las actividades asociadas a ellas, así como a reducir su círculo de relaciones.
Si bien las manifestaciones físicas de la ansiedad son muy incómodas, tan prioritario o más que calmarlas es descifrar el mensaje que contienen. Estas informan de cuestiones pendientes, miedos e inseguridades. Será preciso por tanto realizar un ejercicio sincero de introspección a fin de descubrir los aspectos que alimentan ese trasfondo de nerviosismo e inquietud.

La actitud más inteligente
La solución más efectiva requiere por tanto encontrar y abordar la causa del problema, aunque eso no siempre es fácil. La ansiedad no siempre es «mala». Se trata de una emoción común, como el miedo, la ira o la tristeza, y cumple una función muy importante para superar las dificultades en la vida cotidiana. Es útil, pues, aprender a ver esas sensaciones como algo normal, como parte del ser humano, aceptando la posibilidad de que afloren en determinados momentos. Esta aceptación produce el efecto paradójico de que su impacto se reduce.

La crisis de ansiedad
En el ataque de pánico o crisis de ansiedad el organismo desencadena por error un sistema de alarma sin que exista un peligro real. Se caracteriza por la aparición súbita de algunos de estos síntomas: palpitaciones, ahogo o dificultad para respirar, sudoración, opresión en el pecho, sensación de atragantarse, mareo, náuseas, hormigueo, escalofríos, sensación de irrealidad... Las respuestas cesan en unos minutos, pero subsiste la continua preocupación de que en cualquier momento se vaya a presentar otro episodio.
En estos casos la fuerza de voluntad y el deseo de mejora no bastan, por lo que resulta necesario contar con el apoyo de un tratamiento personalizado. Es importante no dejar desatendido un problema de este tipo ya que se corre el riesgo de empeoramiento y posible cronificación.

Distinguir entre ansiedad y depresión
Ansiedad
  • Activación general del organismo. Conducta de alerta, tensión.
  • Nerviosismo por los asuntos pendientes o preocupaciones por diversos temas.
  • Sentimientos de culpa por el aplazamiento de la resolución de conflictos.
  • Inquietud ante el futuro.
  • La atención puede estar dispersa.
  • Predomina el miedo.

    Depresión
  • Ánimo bajo. Apatía, falta de interés. Disminución de la actividad física y social.
  • Conducta pasiva ante las situaciones y problemas diarios.
  • Pensamientos de infravaloración y derrotismo. Baja autoestima.
  • Tendencia a evocar el pasado.
  • Falta de atención y concentración.
  • Predominan la tristeza y la culpa.

  • -Cuerpomente

    viernes, 13 de agosto de 2010

    "El alma es explosiva y poderosa. Por medio de ella, la imaginación, que siempre es un requisito previo a la acción y es la fuente del significado, puede llevar a cabo todas las cosas. En la fuerza de sus emociones, el alma es un arma de fuego, potencialmente llena de poder y de efecto. La pluma, que expresa la pasión del alma, es más poderosa que la espada, porque la imaginación puede cambiar la vida de una persona desde sus mismas raíces"
    -T. Moore

    ¿Soy capaz de cambiar?

    Si el cambio fuese un camino iniciático, la esfinge de la puerta formularía solo una pregunta: ¿deseas seguir lamentándote o quieres hacer algo para superar los obstáculos y seguir adelante a pesar del dolor?

    Todas las personas necesitan sentir que el mundo posee cierta estructura, que cuanto sucede se mantiene dentro de los límites de lo comprensible. Sin esa sensación de continuidad externa cuesta lograr el tan anhelado equilibrio psicológico.
    Cuando el cambio se avecina o irrumpe, se dispara en el organismo una clara señal de alarma. Mental y culturalmente, el cambio se asocia a esfuerzo, sacrificio, dolor, incertidumbre. La tendencia a evitar el sufrimiento es poderosa y ancestral. Ante el cambio tememos perder el equilibrio y los cauces que aportan seguridad. En momentos de cambio una persona deja de estar lo poco o medianamente bien que estaba para empezar a convivir con la posibilidad de que todo se tuerza. Esa ambigüedad es una fuente de ansiedad.
    El miedo al sufrimiento subyace en la tendencia a aferrarse a lo conocido, a que se repitan una y otra vez pautas de comportamiento o de relación que resultan perjudiciales o no aportan bienestar. La infelicidad se antoja entonces más controlable y justifica frases como: «más vale malo conocido que bueno por conocer» o «virgencita, que me quede como estoy».

    Qué se gana con el cambio
    Esta pregunta, siendo pertinente, tiene su punto absurdo. Con el cambio se sigue, simplemente, viviendo.
    Desde un punto de vista más filosófico, si el cambio es inevitable no está en nuestras manos decidir si lo emprendemos o no, puesto que aparecerá de todas formas. Cierto que en ocasiones el cambio no surge por sí solo: es posible, por ejemplo, decidir mejorar o desarrollar alguna cualidad personal. Pero la evolución no se detiene nunca, no hay nada que no esté en constante cambio. Tampoco existen los momentos estáticos en la psique; si no se decide nada, se sigue cambiando, tal vez en un sentido no previsto o impelidos por el impulso o por alguna emoción intensa. Desde el punto de vista psicológico, asumir el reto de enfrentarse al cambio o de emprenderlo de modo consciente otorga la oportunidad de dirigir el proceso, de adaptarse mejor a aquello que acontece, de resolver problemas y dificultades –tanto personales como de relación–, aprender con ello y, por tanto, prepararse mejor para el siguiente desafío. En sí misma, la experiencia de logro aumenta la propia estima y seguridad y contribuye a fortalecer la personalidad.El decálogo para cambiar
    El cambio puede aparecer abrupta e inesperadamente, marcando un trágico antes y después; o ser deseado y planificado. En ambas circunstancias, he aquí unas claves que resultarán útiles para atravesar el dolor, en unos casos, o vivir mejor el proceso, en otros:
  • Establecer rutinas diarias aporta la seguridad y la sensación de control que se agradece en momentos de crisis.
  • Cuidarse. El cuerpo es la base. Es preciso comer de forma equilibrada, realizar algún tipo de actividad física, lograr un sueño reparador…
  • Atender las necesidades propias tanto físicas como emocionales.
  • No aislarse. Siempre hay gente alrededor con quien compartir las dudas, el desconcierto, el dolor y también la esperanza.
  • Recordar que si bien no se puede tener control sobre los acontecimientos, sí se puede decidir qué hacer con ellos o a partir de ellos.
  • Distinguir entre lo que depende de uno y lo que no. Dedicar los esfuerzos a gestionar y enfrentarse a cuanto está en las propias manos y relajarse respecto a todo lo demás.
  • Pensar en otras dificultades que ya se vivieron. Y evocar los recursos que sirvieron para afrontarlas, qué funcionó y qué no.
  • Alimentar la esperanza de que es posible atravesar el dolor y conseguir lo que uno se propone.
  • Definir bien el problema, fijar objetivos claros y factibles. Si se acumulan varias fuentes de estrés, ir paso a paso, una cosa después de la otra, día a día…

  • Fuente: cuerpomente