Con la intención de alcanzar
la meta última y suprema,
que es incluso superior a la gema que colma todos los deseos,
he de estimar siempre a todos los seres.
Cuando me relacione con los demás
he de considerarme la persona menos importante
y con una intención perfecta
estimarlos como objetos supremos.
He de examinar mi continuo mental en todas mis acciones
y en cuanto surja una perturbación mental
que me conduzca a mí o a los demás a actuar de una manera inapropiada,
he de evitarla y oponerme a ella con firmeza.
Cuando me encuentre con seres desafortunados
oprimidos por el mal y los grandes sufrimientos,
he de estimarles como si fueran
un valioso tesoro difícil de encontrar.
Incluso si alguien a quien he beneficiado
y en quien tenía grandes esperanzas
me perjudicara sin razón alguna,
he de considerarlo como mi guía espiritual.
Cuando alguien, por celos,
me cause daño o insulte,
he de aceptar la derrota
y ofrecerle la victoria.
En resumen, que directa o indirectamente
ofrezca mi ayuda y felicidad a los maternales seres
y tome en secreto
todas sus desdichas y sufrimientos.
Además, que gracias a estas prácticas del método,
junto con una mente que reconoce que todos los fenómenos son ilusorios,
y limpia de las manchas de las concepciones de los ocho extremos,
me libere de la prisión de las apariencias
y concepciones erróneas.
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