“La mente busca alimento incesantemente, y no sólo para el pensamiento; está buscando alimento para su identidad, para su sentido del yo. Así es como el ego (el yo separado) viene a la existencia y se recrea continuamente a sí mismo.”
“Cuando cada pensamiento absorbe tu atención completamente significa que te identificas con la voz que suena en tu cabeza. Entonces los pensamientos quedan investidos de un sentido de yo. Esto es el ego, el “yo” creado por la mente. Este yo fabricado por la mente se siente incompleto y precario. Por eso el temor y el deseo son sus emociones predominantes y sus fuerzas motivadoras”.
“Los hábitos mentales favoritos del ego, los que le fortalecen, son la queja y la reactividad. Buena parte de la actividad emocional-mental de muchas personas consiste en quejarse y reaccionar contra esto o lo otro. Ello hace que los demás, o la situación, estén “equivocados”, mientras que tú “tienes razón”. Teniendo razón te sientes superior, y sintiéndote superior fortaleces tu sentido del yo. En realidad sólo estás fortaleciendo la ilusión del ego”.
“El ego siempre está buscando. Busca añadirse algo más de esto o de lo otro para completarse. Esto explica su preocupación compulsiva por el futuro. Cuando te des cuenta de que estás viviendo “para el momento siguiente”, ya has salido del patrón mental del ego, con lo que surge la posibilidad de elegir prestar toda tu atención a este momento. Prestando toda tu atención a este momento, una inteligencia mucho mayor que la inteligencia de la mente egótica entra en tu vida”.
“Cuando vives a través del ego, siempre reduces el momento presente a un medio para un fin. Vives para el futuro, y cuando consigues tus objetivos, no te satisfacen, o al menos no por mucho tiempo. Cuando prestas más atención a lo que haces que al resultado futuro que quieres conseguir con ello, rompes el viejo condicionamiento del ego. Entonces tu hacer no sólo es mucho más eficaz, sino infinitamente más alegre y satisfactorio.”
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