Darse cuenta sin elegir es atención. No atención "cultivada", un "¡debo atender!", sino el empezar a darse cuenta de los árboles, las aves, los globos que se elevan sobre las montañas, la luz que baña las nubes, el atardecer, el resplandor de la luna. Es observar, observar. Darse cuenta de todo esto y de la reacción de cada uno hacia ello, sin responder, sin elegir. "Esto me gusta. Aquello no. Esto es mío, esto de usted".
Simplemente darse cuenta, sin elección. Y de ello nace la atención. El atender con los ojos, los oídos, los nervios, con todo el ser. Así pues atención e inatención son cualitativamente distintas. Cuando hay inatención uno elige, no se da cuenta, no está atento. Y el proceso de grabación se pone en marcha. Se establece el viejo hábito. Pero cuando hay atención el hábito se rompe. ¿Comprende? ¿Lo hará usted? El disfrutar está, no en escuchar un montón de palabras, sino en... Ya sabe, más que hacer es descubrir la verdad de esto".
-En todas partes, gracias por compartir este maravilloso texto
Simplemente darse cuenta, sin elección. Y de ello nace la atención. El atender con los ojos, los oídos, los nervios, con todo el ser. Así pues atención e inatención son cualitativamente distintas. Cuando hay inatención uno elige, no se da cuenta, no está atento. Y el proceso de grabación se pone en marcha. Se establece el viejo hábito. Pero cuando hay atención el hábito se rompe. ¿Comprende? ¿Lo hará usted? El disfrutar está, no en escuchar un montón de palabras, sino en... Ya sabe, más que hacer es descubrir la verdad de esto".
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