“Toda la felicidad de este mundo
viene de desear la felicidad para los demás.
Todo el sufrimiento de este mundo
viene de desear la propia felicidad.”
-SHANTIDEVA, La práctica del bodisatva (cap. VIII, 129)
Hoy por primera vez conocí a una monja budista, y todo el tiempo que escuché con atención su enseñanza me sentí conmovida por sus palabras.
Primero contarles como me entero de estas enseñanzas que se dan ya hace tiempo a solo dos cuadras de mi casa. Comencé a hacer unas meditaciones universales, cada mes durante la luna llena, es un crecimiento espiritual que me dispongo a aprender y a compartir. De estás meditaciones la mamá de una muy buena amiga de la preparatoria me contacta, y quedamos en ir a su casa para platicar y compartir tanto ella como yo nuestro despertar. Esa tarde también fue un momento hermoso “cuando eres luz, reconoces la luz” y la señora Carmen es un ser adorable y lleno de bondad. Ella me comenta sobre estás platicas todos los martes a las 10:30 a.m.
Hoy asisto por primera vez, llego al lugar de la cita, un café común y corriente, pero eligen una terraza para que el ruido no interfiera (o al menos no tanto). Esta ella con su traje largo color amarillo y rojo, y una sonrisa que la puedo describir con una palabra: PAZ.
Me siento frente a ella para comenzar la meditación, y nos pide no poner atención en el ruido exterior (que no nos turbé), comenzamos a inhalar y a exhalar… la meditación tal como es, se vuelve en el momento presente, sólo eso, estar aquí y ahora. Y después de este tiempo, su primera palabra es “transitoriedad” (algo sobre lo que precisamente me encuentro escribiendo un texto) y la verdad básica de la existencia es que todo cambia ¿entonces por qué nos apegamos a tantas cosas? Habla sobre la muerte, sobre el dinero, todos nuestros deseos.
Mi atención en algunos momentos sé volvía admiración (sé que si algo me ha enseñado el budismo es que YO SOY MI PROPIO CAMINO y mi propio maestro) pero fue asombroso, para mi verla y escucharla, reunía todo lo que durante este tiempo he aprendido de los budistas (alegría, paz, sencillez, ecuanimidad, amor, sabiduría, bondad). Después comenzó a hablar sobre la ley del karma (causa-efecto) y como nuestras acciones tienen consecuencias, tanto si crees en la reencarnación o solo en esta vida (cielo, infierno y purgatorio). Todos los individuos somos responsables de nuestras acciones pasadas y presentes.
Durante una hora y media, viví un momento mágico, primero por el hecho de conocer a una monja budista en persona, por llenarme de esa paz y esa tranquilidad tan únicas, transitoriedad, karma, impermanencia, bondad, compasión… y termina con esta frase: toda la felicidad de este mundo viene de desear la felicidad para los demás, todo el sufrimiento de este mundo viene de desear la propia felicidad, y justo ahí en ese momento mis ojos se llenaron de lágrimas, que compasión más grande, que manera más práctica de hacer y vivir: “ama a tu prójimo como a ti mismo”. Con una gran sonrisa y sus manos sobre mi espalda salí de ese lugar, dispuesta a regresar la semana entrante, pero sobre todo, a poner en práctica las enseñanzas en mi camino espiritual, mi dharma. Me queda un largo caminar, pero estoy convencida de que soy una con la divinidad, me reconozco y estoy más despierta cada día.
1 comentario:
Preciosa frase!!.
Bonita experiencia!!.
Un abrazo cósmico...
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